martes, 28 de abril de 2015

"En Nigeria, el fútbol es una religión"

[Vía Fifa.com] El excentrocampista del París Saint-Germain Augustin Jay-Jay Okocha, una leyenda del fútbol nigeriano, volvió a Francia el pasado 20 de abril, con motivo del XII Partido contra la Pobreza. Un grande entre los grandes, que respondió a la llamada de Zinédine Zidane y Ronaldo, promotores de este encuentro en el que demostró que a sus 41 años no ha perdido ni una pizca de su genial toque de balón.

Ni tampoco su sentido del humor. ¿Cuál es el mejor futbolista africano actualmente? “Está Yaya Touré… ¡y luego, por supuesto, Jay-Jay!”, responde de inmediato en declaraciones a FIFA.com. Así es Okocha: alegría de vivir, talento, palmarés (en el que destacan tres participaciones en la Copa Mundial de la FIFA™, un título de la Copa Africana de Naciones, en 1994, y una medalla de oro olímpica de 1996) y un gran corazón, como prueba en esta entrevista. 

Jay-Jay, ¿qué significa para usted participar en un partido benéfico como este? 
Representa mucho. Es una oportunidad para los futbolistas, que hemos tenido tanta suerte en la vida, de dar algo a los menos privilegiados. Es una gran iniciativa, muy linda. 

Estos partidos también son la ocasión de volver a jugar al fútbol delante de un público numeroso. Es de suponer que le divierte mucho… 
Sí, muchísimo. Uno echa de menos estas sensaciones únicas. Es fantástico tener la oportunidad de volver a vivir estas cosas, correr, jugar, desplegar mi fútbol, ¡y todo sin presión! Tengo las piernas dormidas... 

Volviendo la vista atrás en su carrera de futbolista, ¿cuál es su mejor recuerdo?
Tengo tantos que me resulta imposible decidirme por uno. Cada instante que pasé en un terreno de juego, cada momento en el que pude expresarme con un balón, es un buen recuerdo en sí mismo. Aprecio todos los momentos de mi carrera de futbolista, y todos los clubes en los que jugué. No tengo más que buenos recuerdos. 

Usted vistió los colores del Eintracht de Fráncfort, el Fenerbahçe, el París Saint-Germain, el Bolton y el Hull City. ¿Hay un equipo por el que sienta una predilección especial? 
Sí, hay uno por el que siento mucho cariño (silencio)... ¡pero no espere que se lo diga (risas)! No me apetece nada decepcionar a los demás clubes, que también representaron mucho para mí. Lo mantengo en secreto. 
Y entre los muchos goles que marcó, ¿se queda con alguno? 
Sí, el que marqué con el Fráncfort contra el Karslruhe en 1993 puede que represente un poco más para mí. Era muy joven y no muy conocido todavía. Mi entrenador de aquella época, Klaus Toppmoeller, me había puesto de suplente, y a mí me había molestado bastante no ser titular. Íbamos ganando 2-1 cuando el entrenador decidió por fin darme entrada. El rival nos presionaba y yo tenía instrucciones de conservar la pelota. Pero al final de un contragolpe recibí el balón en el área contraria y me encontré ante cuatro o cinco defensas. Entonces hice un quiebro tras otro y al final conseguí sorprender al guardameta, ¡que era nada menos que Oliver Kahn! 

Ese gol dice mucho sobre las cualidades de futbolista que tenía. ¿Pero no tiene la sensación de haberse quedado a las puertas de algo grande a lo largo de su carrera? 
Sí, con la selección nigeriana, en el Mundial de 1994, sobre todo. Estoy convencido de que habríamos podido dar una sorpresa, pero en aquel momento no éramos verdaderamente conscientes de la calidad que teníamos. Era nuestro primer Mundial, nos contentábamos con poco... Pero, en perspectiva, estoy convencido de que teníamos el potencial necesario para sorprender al mundo entero. 

¿Qué representa el fútbol en Nigeria? 
En mi país el fútbol es una religión. Es lo que une al país. Si el fútbol funciona, todo funciona. Es más que un juego, más que un deporte, es parte de nuestra cultura. 

¿Qué opinión le merece la situación del fútbol en Nigeria? 
No podemos estar totalmente satisfechos con la situación actual. Falta algo de coherencia, de consistencia, aunque estamos trabajando para mejorarlo. Hemos atravesado momentos difíciles, aunque el aspecto positivo es que estamos en un gran país, con grandes talentos. Simplemente hay que establecer las estructuras adecuadas para volver a brillar de una vez por todas.

¿Y qué nos dice del fútbol africano? ¿Cree que los equipos africanos ya han superado definitivamente la brecha que los separaba de los pesos pesados de Europa y Sudamérica? 
Sí que lo creo, pero el problema es que todavía nos contentamos con poco. Celebramos llegar a cuartos de final de un Mundial, ¡cuando no es suficiente! Hay que apuntar más alto. Pero la brecha ha encogido considerablemente. Cada vez es más difícil vencer a los equipos africanos, es incuestionable. 
¿Quién cree que es el mejor futbolista africano actual? 
En mi opinión, Yaya Touré. Es el más regular en cuanto a desempeño... Pero, por supuesto, ¡también está Jay-Jay (risas)!
  
Nigeria ganó la última Copa Mundial Sub-17 de la FIFA y la selección sub-20 el último Campeonato Africano Juvenil. ¿Está naciendo una nueva generación dorada en Nigeria? 
Creo que sí, pero que se convierta o no en una realidad depende de nosotros. Para eso, es imprescindible que los acompañemos y los animemos. Si no los protegemos, la historia se repetirá de nuevo. En el pasado, nuestras categorías inferiores brillaban, pero no lográbamos mantenerlas en la cima en la categoría absoluta. ¡Ahora tenemos que preservar a esta generación incipiente de jugadores y ayudarle a adquirir madurez! Creo que es importante establecer estructuras para tener al fin esa continuidad. 

¿El próximo Jay-Jay Okocha está en esta nueva generación? 
En la nueva generación hay muchísimo talento, eso seguro. Pero no puede haber futbolistas idénticos. Cada uno tiene sus propias cualidades, características y defectos. Y cada uno su historia... 

¿Tiene pensado ser entrenador algún día? 
De momento no, me interesan más los puestos superiores. Prefiero ocuparme de nombrarlos y de dirigirlos (risas)... 

¿Se ve entonces de presidente? 
¡Sí, por qué no! Además, acabo de ser nombrado Presidente de la Asociación de Fútbol del Estado del Delta y estoy encantado. ¿Y quién sabe lo que me reserva el futuro?

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